En medio de nuestras culpas

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En la vida estamos vulnerables a cometer errores, a fallar en las decisiones que se toman. En la vida espiritual pero cuando nosotros fallamos, Dios siempre está dispuesto a darnos una nueva oportunidad aún en medio de nuestras culpas.
 

El apóstol Pedro en un momento decisivo de la historia, falló al negar a Jesús y como resultado, El dolor que sintió lo dejó abatido y el sentimiento de culpa lo hizo sentir terrible.

Las posibles causas del error de Pedro pudieron ser:
  1. Desviarse del objetivo correcto: El interés por saber quien sería el más importante en el reinado de Jesús entre los discípulos, hizo que perdiera la misión real que era evangelizar el mundo. Las jerarquías, tener reconocimiento o una posición sobresaliente es muy humano y en la búsqueda de reconocimiento terminamos dañando a otros y alejándonos de la misión verdadera.

  2. Autosuficiencia: Simón Pedro se sentía lo suficientemente fuerte para enfrentar lo que viniera, Jesús le advirtió que sería zarandeado, pero él estaba muy seguro de que soportaría lo que fuera por su Maestro, creerse autosuficiente es un sentimiento peligroso, porque el descubrir que no lo somos, resultará en una caída dolorosa.

  3. Una vida espiritual pobre: Previo a su arresto, Jesús pidió a los discípulos que oraran y que se mantuvieran conectados con el cielo, pero el sueño los venció. Pedro también dormía en lugar de orar. No podemos ser victoriosos si nuestra vida espiritual es pobre, si no oramos, no estudiamos y no nos congregamos.

Estamos propensos a fallar y a experimentar culpa por nuestras acciones o por nuestro descuido, como resultado podemos experimentar el dolor que Pedro experimentó después de negar a Jesús.

Jesús nos ayuda a lidiar con la culpa de 4 formas:

  1. Viene a nuestro encuentro: no nos deja sumidos en el dolor, nos busca para consolarnos.

  2. Nos ministra: nos alimenta y reconforta con ternura

  3. Nos confronta: nos ayuda a reconocer nuestros fallos para poder acceder al perdón

    y la restauración.

  4. Nos restaura: Nos da una nueva oportunidad y nos usa en la medida en que se lo

    permitamos.

Jesús sabe que el sentimiento de culpa puede doblegarnos e impedirnos avanzar y Él está dispuesto a levantarnos del polvo, sacudir nuestras culpas y mirar con esperanza. Su amor es así de grande y aunque no lo merecemos, nos lo da de manera incondicional.

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